INDUSTRIA

La industria en el Valle

Con la construcción del edificio que albergará la fábrica de HARIVENASA se ha provocado un cierto debate y reflexión entre la ciudadanía sobre su impacto paisajístico y medioambiental y subsidiariamente sobre la pertinencia de un proceso de industrialización en el Valle de Arakil.

Hablando de paisaje, tal vez convendría recordar que en Europa en general y en Euskal Herria en particular no quedan espacios naturales, sino que todo paisaje es antrópico, es decir humanizado, de la misma manera que tampoco quedan bosques primigenios. Todo el espacio ha sido continuamente transformado, explotado e influido por la acción humana. Lo que sucede es que esta capacidad de modelación paisajística se incrementó sustancialmente con la llamada “revolución industrial” y ha ido aumentando exponencialmente según se han ido producido las sucesivas revoluciones tecnológicas posteriores. No se trata, por lo tanto, de abstenerse de intervenir en el medio, sino de hacerlo de forma equilibrada, racional e inteligente, de tal forma que puedan conciliarse intereses económico-sociales con el mantenimiento del equilibrio natural previo a la industrialización. Dicho de otra manera, complementar la percepción estética del paisaje, es decir emocional, a la ética, o sea racional y hacer coexistir ambas percepciones.

Arakil, como el resto de Navarra, dejó pasar el tren de la primera industrialización decimonónica, si excluimos, paradójicamente, la construcción de la línea ferroviaria Zaragoza-Alsasua, cuyo tramo Irurtzun-Altsasu fue inaugurado en 1865. Hubo que esperar a que finalizara la autarquía de postguerra y se lanzara el Plan de Estabilización Económica de 1959, para que se produjeran en Navarra y en Arakil los inicios de un proceso de industrialización.

Desde 1959, no dejaron de crecer las inversiones en la industria navarra. En 1964 se lanzó el “Programa de Promoción Industrial de Navarra”. Desde 1973 el sector secundario pasó a ser el predominante del entramado productivo navarro, en detrimento del primario hasta entonces preponderante. En 1960 el 41% del empleo navarro residía en el sector primario, mientras que la industria (sin contar la construcción) sólo constituía el 23%. Para 1973 estos porcentajes habían pasado a ser del 25 y 35%, respectivamente. El porcentaje de las industrias metálicas en Navarra entre 1955 y 1975 no deja de crecer hasta representar casi la mitad de la producción industrial. En 1950 constituía el 6,8%; en 1955 era el 12%, mientras que en 1975 había pasado a ser del 48%. Sin embargo, la crisis energética de 1973-75 afectó especialmente al sector secundario, reconvirtiendo industrias, cerrando otras y paralizando no pocos de los proyectos de expansión industrial en marcha.

Pero, incluso un poco antes de 1959 se había producido un hecho determinante para la estructura económica del Valle de Arakil: la implantación de Inasa en uno de sus concejos: Irurtzun. La construcción de esta empresa transformadora del aluminio supuso una revolución demográfica y social que a la postre supondría la conversión en 1996 de Irurtzun en ayuntamiento propio, abandonando su inmemorial vinculación administrativa con Arakil.

No fue la única empresa que se fijó en los terrenos de Irurtzun para ubicar sus plantas, muchas de ellas altamente contaminantes. Algunas de ellas, llegaron a comprar terrenos en la década de 1970, pero no llegaron a implantarse, como “Lizarriturri y Rezola”. Esta empresa química donostiarra, creada en 1860, fabricaba entre otros el famoso jabón “Lagarto”. Además de la de Donostia tenía otra planta en Lasarte. En la década de 1980 se trasladó a Zaragoza, para desaparecer en 1992.

Pero volvamos a Arakil. En el contexto de industrialización desbocada de inicios de la década de 1970, además de en Irurtzun otras empresas fijaron su atención en otros concejos de Arakil. Así se inició lo que pretendía ser una de las factorías más importantes de Navarra, la de Aristrain.

José Mª Aristrain Noain, originario de Ordizia, aunque nacido en la Argentina, empezó su andadura empresarial desde la nada, recogiendo chatarra, trabajando luego en la CAF de Beasain y fundando finalmente, en Olaberria en 1955, una de las acerías más importantes del estado. Tenía plantas en Madrid, Barcelona, Valencia,… además de las de Olaberria y Bergara. En 1980, poseía la segunda fortuna de España, con 6.618 millones de pesetas, solo por detrás de Ruiz Mateos. En la actualidad Forbes considera que el heredero del fundador, José Mª Aristrain de la Cruz, es la 29 fortuna de España, con un patrimonio de 1.000 millones de dólares. Desde el año 2007, Aristrain se integró en la mayor siderurgia mundial: Arcelor Mittal, que posee seis acerías en Euskal Herria: las de Olaberria y Bergara, más las de Lesaka, Sestao, Zumarraga y Etxebarri.

Pues bien, a comienzos de la década de 1970 Aristrain planeó la instalación de una macro-factoría en Arakil, para lo que se lanzó a una compra masiva de terrenos. Las autoridades de la época colaboraban entusiásticamente en la captación de este tipo de proyectos, por lo que no es de extrañar que la Diputación Foral presionara a los propietarios para que vendieran, amenazándoles incluso con la expropiación. Los terrenos, que se vendieron a lo largo de 1972, pertenecían a seis concejos del Valle, con un total de 2.476.351 m2. En concreto: Etxarren 688.953 m2; Ekai 664.155 m2; Urritzola 449.179 m2; Izurdiaga 168.267 m2; Zuhatzu 67.606 m2 y Etxeberri 54.025 m2. Todos ellos piezas de uso agropecuario, sobre todo de arboledas y pastizales, que se extendían por los parajes de: Arranbide, Berroberri, Monte Hermoso, Ilarradia, Aranburu, Ardantzeta, El Soto, Olano, San Lorentzo, etc. De los casi dos millones y medio de metros cuadrados originalmente comprados se segregaron posteriormente varias porciones, sobre todo en 1975 para hacer la autopista y en 1996 un terreno en Etxarren para que la sociedad “Avanti” construyera la gasolinera. Arcelor se quedó con 2.142.435 m2.

Entre junio y julio de 1973, el Concejo de Irurtzun solicitó el cambio de capitalidad del Valle de Santiago de Itxasperri, donde residía a la sazón, y de las oficinas de Hiriberri, al propio Irurtzun, alegando tener mayor población y una mejor comunicación. Fueron consultados los Concejos, los párrocos, la guardia civil, la Junta Local de Educación, etc. Entre los que se oponían a este traslado el argumento más poderoso que esgrimían era que ante la inminente erección de la factoría de Aristrain se preveía un cambio drástico en la población de los concejos, especialmente Etxarren y Ekai, con tal aumento que invalidaría el principal argumento de Irurtzun para solicitar el citado traslado.

Para 1975, y en el contexto de una crisis económica estructural mundial, el Ayuntamiento de Arakil, consciente de las dificultades de sustanciación de la factoría de Aristrain, realizó numerosas gestiones para aclarar las intenciones de la empresa. Finalmente el proyecto quedó, como otros muchos similares, en nada.

En estos 50 años los antiguos propietarios han seguido disfrutando del uso de estas tierras, mientras Arcelor no construyera su fábrica o los vendiera a terceros.

¿Cómo sería hoy Arakil si se hubiese construido la factoría de Aristrain? Radicalmente distinto, sin duda. Lo cierto es que la acería no se construyó y el Valle ha permanecido vinculado a su actividad ganadera de forma casi exclusiva y se ha visto amenazado por la despoblación. Las autoridades forales por su parte, dentro de una estrategia de desarrollo económico que otorga un papel muy notable a la industria, en su Plan de Ordenación del territorio de Navarra de diciembre del año 2006, contempló para los terrenos comprados en su día por Aristrain un “Área de oportunidad”, en la que pudieran implantarse “actividades industriales avanzadas vinculadas a la logística, la investigación y el desarrollo en áreas de tradición calderera y metalúrgica, así como de nuevas tecnologías sobre energías renovables”.

En este contexto ha de entenderse la decisión de implantar, sobre una base de 113.000 m2 la fábrica de Harivenasa en este espacio, con la promesa de creación de 50 puestos de trabajo. Se abría también la puerta a futuras instalaciones industriales en el mismo polígono. ¿Hasta dónde deberíamos llegar en este proceso?